Todos soñamos con comernos la pastilla roja pero a veces nos da miedo pensar qué habrá al otro lado de la puerta. que encontraremos al otro lado del espejo.

El cine y la literatura nos  ha mostrado desde siempre  múltiples ejemplos  en que al protagonista se le ofrece  la opción de elegir entre dos posibilidades: Matrix, Alicia en el país de las maravillas, Star Wars …una es la promesa de un viaje lleno de aventuras, diversión y entretenimiento, donde ningún momento es igual a otro, donde todos los días son diferentes.  Donde existe el riesgo de poner en juego la propia vida,  aunque esto rara vez sucede porque es la imaginación la que nos pone delante a  los dragones.  

Muchas veces por comodidad, por una sensación de falsa seguridad,  por miedo a lo desconocido  no nos atrevemos a dar el paso y decidimos mantenernos  en la otra opción, en la zona de confort, en la rutina, en el aburrimiento de lo cotidiano, en el sopor de la certidumbre sin darnos cuenta que tan sólo con una decisión podemos hacer que la vida sea completamente distinta, que merezca ser vivida, donde todos los minutos cuentan y cuando te pones a pensar en lo vivido, la vida no parece tan corta. Es cuando decides hacerte cargo de tu vida y vivir en el presente, dándote cuenta de todas las decisiones que tomas, sin dejar que la inercia decida por ti  ó peor aún, que otro decida por ti y te diga como tienes que vivir tu vida.

Si buscas  el camino de crecimiento  este siempre se encuentra fuera de la zona de confort, la zona de confort  es tan engañosa que nos ofrece una aparente estado de comodidad que nos lleva a una muerte en vida, nos da la excusa perfecta para no hacer nada, para no arriesgarnos, para no crecer, para no vivir. La vida comienza cuando sales de la zona de confort.

Ahora mismo me encuentro en ese proceso de cambio, busco por todos los medios escaparme de esta zona.  Muchas veces me cuesta mantenerme en esta dirección, me tengo que obligar conscientemente a estar presente. Es como cuando llevas el timón de un barco siguiendo un rumbo y sin querer te desvías un grado, ese grado en una milla no supone nada, pero si mantienes ese error durante muchas millas te aleja inexorablemente de tu destino, puedes acabar incluso en otro país diferente al que querías ir. Si son algunos  grados más los que mantienes el desvío del timón durante el tiempo adecuado, el barco traza una circunferencia y acabas en la misma posición que habías empezado.

Ahora, cuando me encuentro en una encrucijada en vez de ir por el camino conocido, transitado, me  obligo a elegir el otro, el que desde fuera parece más difícil pero cuando te metes es el más entretenido, el que mas te aporta.

Si comienzas a estar presente te vas a dar cuenta de lo complicado que es ser fiel a ti mismo, lo condicionado que te encuentras por la sociedad , por la religión, por la educación, por los falsos valores que hemos ido tomando a lo largo de nuestra vida, valores que quizás en un momento fueron útiles, nos sirvieron para un fin, pero ahora lo único que hacen se mantenernos atados como el cordel  que mantiene sujeto al elefante a una pequeña estaca.

Pero cuando lo tienes claro, tienes que empezar a tomar decisiones una detrás de otra. No puedes parar porque si paras te ves arrastrado de nuevo a lo cotidiano a la zona de confort. Es como cuando estas nadando en un remolino, al principio tienes que nadar muy fuerte  y no parar para salir de él porque en el momento que te detienes, la fuerza del remolino te vuelve a llevar hacia el centro.

He empezado los cambios por pequeñas cosas cotidianas, ya no veo casi nada la televisión, si la veo es porque decido conscientemente que quiero ver un programa determinado,  cuando he visto lo que me interesa  enseguida la apago o me voy a otro sitio. Cuando voy al quiosco compro algún periódico o revista que no he comprado nunca, así obtengo información diferente que me aporte distintos puntos de vista,  de esta forma mi criterio sobre lo que sucede a mi alrededor se vuelve mucho mas certero.

Hablo a gente  que no conozco, al de la tienda,  al del bar donde me tomo un café,  a la persona que va sentada al lado mío cuando viajo en avión a Barcelona. Pregunto cosas y veo que la gente tiene ganas de contar, me meto en su mundo con interés y  me doy cuenta que ellos tienen interés en el mío.

Me apunto a actividades nuevas, nuevos cursos para aprender nuevas cosas, donde conocer gente fascinante que me a aporte  nuevas perspectivas.

Cuando pienso en todo esto, me doy cuenta que me he divertido, puedo recordar lo que hice el martes pasado a las 12.30 porque es diferente a lo que hice el miércoles a esa hora o el jueves a otra hora. Cada momento tiene su historia y eso hace que cada momento sea único y valga la pena.

También, aunque parezca una incongruencia,  escribo mis objetivos, a donde quiero ir, que quiero conseguir, cuando lo quiero, manteniéndome flexible para evitar caer en la rutina, siempre con las orejas y los oídos abiertos para poder modificar el rumbo si la situación lo necesita.

Este mismo blog me sirve de brújula, me ayuda a darme cuenta si voy por el camino que quiero, me sirve de diario y de reflexión.

En este cambio que he empezado a hacer, me he dado cuenta también de que hay gente que tengo que dar de baja, amigos que no eran tales, personas de las que tengo que tirar tanto si quiero estar con ellas que ya no me compensa el esfuerzo, personas que van por otro camino muy diferente al que he elegido y si sigo con ellas pueden terminar arrastrándome por donde no quiero ir.

Al ser consciente de estos cambios me hace estar abierto a conocer nuevas personas, gente que  identifico con los valores que ahora quiero para mí,  personas que quizás en algún momento pueda decir que son mis amigos.

Ahora, cuando  tengo que elegir, elijo yo.

MO

¿ y tú? ¿has elegido la pastilla roja? si es así me encantará conocer tu historia.